viernes, 30 de enero de 2009

Corazones cosidos (y remendados)



Venía de puntillas y en silencio, porque sabía que aún no estaría dormido.
Entonces se acercaba a mí y me susurraba al oído un "¡muérdeme!", para colarse entre mis sábanas.
Y yo, que por ese entonces le subía la falda hasta a las montañas, le mordía el corazón, sin saber que era manufacturado.
Así, una noche de tantas, se rompió en mi cama, se deshizo en notas musicales y sonó a tristeza.

miércoles, 21 de enero de 2009

Cómo aprender a morir sin murmurar.




Te había imaginado leyendo. Luego me habrías soltado la mano y ya no me tocarías el pelo. Entiéndeme.
Yo escribo sin respetar los límites, sin pagar las aduanas. Sobre temas que debería prohibirme. Escribo mal, unas veces demasiado y otras no lo suficiente. Pero sería elogiar lo insípido no hacerlo, y callar lo que una ya no ignora, quemándole la lengua en el paladar y pesándole la pluma en la manos.
Campanilla se automedica y luego pasa lo que pasa. Vamos, niños perdidos, ¡dad palmadas si creéis en las hadas!

martes, 13 de enero de 2009

El problema de la caja torácica y la de bombones.


¿Apadrinarían ustedes un corazón de palpitar horrísono? El oxígeno no llega por el sinuoso sendero aórtico y la compresión pulmonar te provoca la nulidad funcional de cada sentido. Ah, todo se vuelve psicodélico. Extrapolarización en todos los contextos.
El espejo y su mímeis, tú y tus intentos fatídicos de síntesis, que acaban en destintes. La euforia te transporta al País de las Maravillas, y te extravías. Resulta que, cuando te encuentras, eres tú en esencia; libre, limpia de cosas añadidas o mezcladas o superfluas.
Pero hace frío, ¡olvidaste el abrigo! Y para ti la poiquilotermia es un problema, así que compras un billete de vuelta.
Algún día te desquitarás del mundo, pero de momento esperamos hasta entonces (¡sine die!) sujetos a las condiciones de la promoción y prolongando una novela hipovolémica y esta ensimismación - que me resulta entre poética y patética.

martes, 6 de enero de 2009

Necesariamente..una pequeña proyección.


Hace años que no pienso. Entiéndase, que no pienso en nadie, porque, eso sí, tengo la extraña costumbre de pensar al acostarme, al dar la última vuelta debajo de las sábanas, cuando quedo de cara a la pared fría.
Por eso, no sé cómo ni desde cuando he llegado a pensar en ti, como esta última noche. Ya sé que todo se debe a mi poca instrucción, pero ya sabes que yo de eso no tengo la culpa, y que si sigo haciéndolo todo se puede hundir, y yo la primera.
¿En qué minuto apareciste en mi vida? Un smackdown emocional. Y desde entonces, llevo planeando aniquilar y sustituir tu imagen, eso sin apenas saber de ti y sin tener ningún trato contigo.
Al principio, pensé en huir y compré un mapa, para tratar de evitar la esquizofrenia geográfica (y lingüística), que podría conducirme a un fin demente, criminal o suicida o yo qué sé. Y al final yo no pude dar ni un paso y te escapaste tú, así yo no cambié de dirección por si, de repente, me escribías algún día en francés.
Me despierto, y ya no estaba pensando sino que había estado mis siete horas de sueño - si eran siete, eso con mucha suerte - recordándo e imaginando, que era incluso peor porque después me lo creía. Ya conoces los efectos secundarios de los sueños.
Esta mañana no me acordaba de casi nada, apenas sabía que había pensado en ti como hacía antes muchas (todas) las noches. Para mi sorpresa, no sentía ni las antiguas taquicardias ni el dolor por todo el cuerpo, ya diagnosticado como patológico, pero sí algo en el estómago, como si hubiese tragado una disolución melancólica, y con el fin de digerirla cuanto antes, todavía no he desayunado. Por eso no he comido nada, para recordar qué fue real y el sueño de lo que fue real (aunque prefiriese no distinguir), y ya veremos cuando lo hago.

domingo, 4 de enero de 2009

Giving up is easy.


"¿Y qué?", había pensado tantas veces. ¿Año nuevo, vida nueva? Pues a mí eso nunca me había pasado (ni por la cabeza) Después de rezarle a Kurt Cobain, para que se compadezca y nos regale un poquito más de rock, después de leer libros que ya había leído, después de regar mi planta que tenía mucha sed... Seguía siendo yo.

Aunque había decidido darle una vuelta de noventa grados a mi vida - trescientos sesenta nos llevarían a lo mismo, doscientos setenta son demasiados y perdería el equilibrio, ciento ochenta..¡mi mundo ya es demasiado desastroso como para vivir cabeza abajo y del revés! - jamás lo conseguiría.

Me gustan los concertos, claro, pero incluso más los conciertos de cualquier grupo no nacional. Podía degustar un best-seller y despreciar un clásico, al igual que había renunciado a leer muchos libros por su popularidad y me encantaban autores pasados. Puedo llorar de la risa con ellos, puedo llegar a casa y llorar de miedo. Ducharme con agua caliente pero bañarme en hielo. Me gustan los vestidos y los tacones (si no tengo que llevarlos yo), pero prefiero los pantalones y zapatillas porque puedo correr mejor. ¿Correr? ¿Por qué iba a tener que correr? Y otra vez acechando el noséqué, que no llama a la puerta y se cuela por la ventana.

¿Cómo? ¿Cómo equilibrar todo eso? ¿Dando muchas vueltas? ¿De cuántos grados cada una? Otra vez pidiendo ayuda, demasiado tarde, cuando la protagonista de la película está agarrada por el pie, y sabes que no conseguirá escapar. ¿Que veo muchas películas? A lo mejor. Pero me dedico a ser yo.

¿Qué sucede? Está bien, me voy, me voy a contaminar la atmósfera de otro con mis palabras, hasta asfixiar, hasta que ponga la misma cara que tú. Pero, ¿sabes?, me encanta Shakespeare, y ya habrás notado mi afán por citar a mis autores favoritos. "El mundo me parece lo que es: un teatro, en que cada uno hace un papel. El mío es ... bien triste".




(Dedo Polvoriento jugaba con el fuego también)





jueves, 1 de enero de 2009

Cualquier tarde de invierno.


¡Qué rueden cabezas! ¡Qué se arrodillen los poetas por cada verso de amor! ¡Qué se extingan los peces porque ya no creo en el pescado rebozado ni en los palitos de merluza! Siempre le podremos dedicar canciones a cualquier ciudad, a Madrid, porque siempre podríamos enamorarnos allí. Siempre..pero ahora no. ¡Qué se despedacen todos los jarrones con flores y éstas crezcan libres! ¡Qué no se acaben nunca las novelas de aventuras donde los protagonistas no somos ni tú ni yo! Piérdete en el aire. ¡Ahora sólo creo en las luces de neón!





(Feliz año y esas cosas que se dicen. Yo me perderé durante un tiempo, o apareceré de vez en cuando, o quién sabe)